domingo, 24 de enero de 2010

GIULIANA GUTIÉRREZ


Yo de chiquita pensaba que de grande sería hombre. El afán de querer jugar con carritos y volquetes carga-arena era en ese entonces una manera de tener una percepción más, fuera de mi extenuante colección de muñecas Barbie. Pues sí, tuve un millón de ellas, todas bien vestidas y acicaladas. Ahora me dedico a fabricar intensos looks de venganza y a madurar una especie de cálculo al que denomino “Dominatriz”.
http://www.ladominatriz.com/


The last of the English roses

¿Cómo no he de creer en el ser ideal duplicado?
Si la he visto llegar a través del sol y la fotosíntesis,
Junto con el granizo recién nacido,
Y las sales impúberes de la tierra.
Si he rastreado a su sangre urbana en cada nanómetro de sus turcas venas
Y la misma savia refinada haciendo crecer su bruñido cabello.
He visto sus espinas perforar su cuerpo y atravesar puentes de grandes ciudades,
Extensos campos de tela jean/terciopelo/tartán.
¿Cómo no he de concebir legiones de individuos en entrañas inexistentes?
¿Si he visto germinar mis semillas?
¿Cómo he de negarla si la he examinado con estos desnudos canales de visión?
¿Cómo no eyacular todo el amor del mundo al verla?
¿Cómo quedarse inmóvil delante de su perfección y no convulsionar ante la furia de su espécimen?
¿Cómo negarla? ¿Cómo negarla?
Si YO mismo la he visto.
Si YO hombre la he visto.
Si YO Doherty la he visto.

(A ella le debo todo este benigno cáncer y la monomanía nefasta de mi ojo izquierdo.)


El Elogio de Doherty

Encuentro el mundo entero en Moss.
Criatura humilde en las noches de mar.
Huesos de diamante y piel de tela mediterránea.
Maduro su sencillez como la de una flor del campo,
Como los cinco continentes en su estatura.
Moss tiene la grata femineidad de todas las mujeres del universo
Y toda la testosterona para superarme.
Moss es un estrógeno premioso.
Una célula no inventada.
Inhabitable.
Las maromas de esta noche me halan a ella.
El recuerdo macabro de un
Culto deslucido como yo, Doherty.


Graceland

Contigo tengo 50 kilos de paraíso, Moss,
Tres medidas exactas de exacerbación: Tus caderas, Tu vientre, Tu pecho.
Esta es mi primera declaración de soledad, extravío y abstinencia.
Hoy he vomitado mi último sorbo de licor de la noche.
Moss, cómo explicar tu flor.
Cómo contar las pecas del cielo raso de tus mejillas y cada satélite verde de tus ojos.
Patético y agotado me siento, cuando la meditación me lleva a excavar la tundra rubia de tu cúspide y explorar la hondonada nimia de tu género.
Modelo perfecto para los capullos de flor.
Porque sólo tú Moss, posees la cadencia de un potrillo naciendo en el corral.
Suave y delgada como hilo de aceite en cada metro de pasarela.
Moss, de tus raíces brota el polvo blanco predilecto, tesoro de mis alucinaciones.
Desde el escondite perpetuo de mi sabiduría, permanezco inmuto, con los pulmones allanados, esperando que vuelva tu niñez a mí.

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